Por: Maybel Urdaneta / Ilustración: Luis García

En esta entrega del “Cómo crear una buena relación colaborador y co-inspirador”, la idea es comprender (y si es posible ayudar a otros a comprender) en qué consiste esta deseada capacidad, después de los años que cada uno de ustedes lectores tienen en lo laboral, con sus éxitos y también con sus vicisitudes.

Voy a hablar de las dimensiones emocionales, mentales y también, con una consideración especial de ese algo que podemos llamar “espiritual”. Empezaré por hablar de un tipo de experiencia que muchos vivimos en algún momento de nuestra vida, esta que ―por su intensidad― en algunos nos desarrollo una forma de asumir las situaciones desde el sacrificio, el temor, la ansiedad, la defensa y, a pensar que si nos iba mal podía ser “el fin del mundo”, la culminación de una vida profesional, exitosa y de nuestra reputación laboral (la expresión es dramática pero nombra con exactitud lo que quiero describir).

Manteniéndome fiel a mi deseo de ilustrar las ideas que voy a compartir, les cuento algo. Conozco a una chica profesional, joven, con dos títulos universitarios, que migro a otro continente con apenas 21 años, a abrirse un camino en otra cultura, con otro idioma y sola. La reconozco como una persona exitosa, emprendedora, arriesgada, consciente de la importancia de tener claro dónde mantener el foco, orientada a la acción y a los resultados. Un día conversábamos y me dijo: “la vida es dura” y le pregunte ¿por qué?. Me respondió: “porque toca pelear, «guerrearselas» para salir adelante”. Entendí porque a sus 23 años comentaba esto, a pesar de todo lo que ha logrado, que desde mi punto de vista es bastante no lo veamos igual; aún mantiene la actitud de que ante algunas situaciones se siente insegura, con miedo, y se prepara como si fuera a una batalla.

Te invito mi lector a preguntarte: “¿Eres consciente de que en algún momento has asumido tu actividad laboral como esta chica?”, y tal vez responderás que “no tanto” pero que “sí has sentido miedo”. Sin embargo, quiero afirmar que en realidad sí es algo que casi todos vivimos ya sea de forma consciente o más o menos inconsciente. Es mi interés en esta entrega, hablar de eso porque esa actitud hace parte de nuestras vidas, habitándonos, haciendo estragos de nuestra dimensión física, emocional y espiritual y por supuesto representando un desafío frente a la posibilidad cierta de que estaremos en el mundo laboral mucho mas tiempo que nuestros padres y abuelos.

Entendamos con el ejemplo de la chica y las ideas alrededor de él. La sensación de que cada situación laboral que abordamos representa la posibilidad de llevarnos al “fin del mundo o de nuestra vida laboral” no sólo tiene que ver sencillamente con una condición de personalidad, ni de estilo, ni de que nuestro líder así nos lo hace percibir o ver, usare la palabra “sencillamente” para atribuirlo a la convicción de que aprendimos de quienes nos formaron con aquello de que la amenaza está en todo y es inminente, que nadie se salva de ella, y que por lo tanto todos a nuestro alrededor la sufren y nos ponen a sufrir. Esta sensación se repite una y otra vez, nos coloca en una carrera constante, un estado de ansiedad casi permanente, una preparación que en ocasiones no se corresponde con lo que toca asumir. Es difícil conseguir atenuantes que vengan a tranquilizarnos, nos vemos solos.

En la Co-inspiración como observa el colaborador al líder y este a su vez al colaborador?

Como soltar o liberarme de esa sensación de temor que es un aprendizaje del pasado, que no te deja mostrarte a ti mismo todo lo que eres ahora y que te impide ver al otro sin prejuicios. Es aprender a observar al líder como lo que es, no como nosotros quisiéramos que fuese, con lo cual me libero de la insatisfacción, del ataque y de la defensa que levanta el muro en nuestras relaciones. Recordemos que lo que vemos en el otro, es lo que somos. En el momento que nos permitamos dejar de ver en el otro la culpa, la situación cambia.

Señalar a alguien como culpable, aunque pueda que haya obrado mal según nuestros principios y valores, no ayuda a que esa persona cambie, lo que hace es mantenerlo atascado y a nosotros igual. La idea es ver al otro con misericordia y compasión, y  le ayudamos a no estar a la defensiva, de esta manera le permitimos que obre para buscar corregir sus acciones. Es ayudar al otro a hacer las cosas de una manera diferente; es construir la relación en un contexto nuevo y una invitación para que ambos vivamos en el presente, donde ambos somos inocentes y libres de culpa.

Entonces se estarán preguntando: ¿debo perdonar a mi líder cuando me maltrata, y entender que tuvo un mal día y allí queda todo?. Por supuesto que no, lo que corresponde es una conversación alrededor del hecho y percibir la situación como una oportunidad para ambos. Cuando de manera consciente percibamos la situación “problema” con una finalidad diferente, nos moveremos a la renovación dando rienda suelta a innumerables oportunidades de llevar una relación de respeto y crecimiento para los dos. Además, procurar asumir los nuevos encuentros como parte del presente, permitiendo vivir las situaciones del hoy como lo que son, nuevas, sin permitir que se impregnen de eventos pasados, emociones asociadas al ayer.

A veces pasamos años siendo lo que vemos en los otros y no somos conscientes de ello, pedimos lideres justos y respetuosos sin ser conscientes de cuánto de lo que rechazamos llevamos en nosotros. Al ser consciente de que si no logramos estar en paz con nosotros, crecer en el amor y no accionar desde el miedo, será imposible desarrollarnos con toda la energía, positivismo y apertura que necesitamos. Recordemos la importancia de la intención que le ponemos a todo lo que hacemos , pues nuestras acciones quedan signadas por esa energía, entonces que sea el optimismo, la determinación, la confianza, la expansión, lo que untemos.

Los colaboradores co-inspiradores necesitan conectarse con la responsabilidad de “expandirse” desde una consciencia reflexiva y activa con miras al bien-estar.

Lo anterior, es parte de la propia co-inspiración en nuestra vida, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, para seguir adelante con el espíritu inflado de agradecimiento, de cuidado por nosotros y por los otros. Cuando te dedicas a cuidar tus sueños y tus anhelos, nadie puede detenerte. Una vez que decides hacerlo, comienzas a verte y a ver al otro como puede ser, no como era. Desde allí comenzamos a vernos, a comunicarnos, a aportar, a poner nuestras ideas, a estar juntos verdaderamente, a cambiar nuestras costumbres. Es ser amable con el otro, no en pensar como lo “agarro en una que no es bueno”.

Quizá estos desaciertos no los compartas, igual aplican a cualquier pensamiento que llegue a tu mente, porque sufrimos y abordamos las situaciones en ocasiones por tonterías que pensamos.

En nuestro camino, podemos haber experimentado malos encuentros, sin embargo ninguna experiencia es el fin de nuestras vidas, ni es el significado de la próximas, esto no se cumple así, gracias a Dios. Sí en el pasado sufrimos por ello y sentimos angustia y miedo, no significa que hemos perdido, que nuestra realidad esta signada, que el fantasma del terror nos acompaña. Cada uno de nosotros conservamos nuestra esencia, nuestra intención por crecer y expandirnos sigue presente, es vital liberarnos del lastre y de cualquier culpa, sanar nuestra psique, nuestras sensaciones, emociones, ideas y pensamientos para entrar en la claridad, el descubrimiento inocente, limpio, diáfano que nos deja perplejos, maravillados de nuestros aprendizajes y de lo que los otros traen a nuestra vida. El sentimiento de hermandad, de confianza y de humildad, nos lleva a romper barreras y a superar todos los obstáculos que nos separan.

Rabia, miedo, compasión. Ante estas emociones, en la labor diaria siempre seguimos aspirando crecer, expandirnos y revitalizarnos, estas ultimas son poderosas razones para comunicarnos, charlar sobre como nos sentimos con el líder, con el compañero, con esa persona que quiere escucharnos. Movilizarnos, empatizar, estremecernos e inspirarnos juntos para recuperar el interés común de vibrar en la armonía y en la paz.

Como parte de mis reflexiones anteriores, recurrí a la lectura del libro de Marianne Williamson, “El valor de lo femenino”. Me resonó este texto con las ideas compartidas: “ Disponemos de información , tecnología, talento …. inteligencia y capacidad científica. Lo que nos falta es una relación entre las cosas que tenga sentido. Nos falta el contexto, la intención consciente de usar nuestros recursos para amar y sanar. Y sin ello, no vamos a ninguna parte. Somos como un avión sin combustible”, como dice Marianne y nos lo han dicho otros, para que se de una situación de conflicto, al menos dos personas participan, cada una aporta algo, de manera que cada una esta convocada a hacerse responsable de esa parte, haciéndose cargo de actuar responsablemente: mirar, investigar, identificar, reconocer, aceptar y aprender. Si es difícil hacerlo con nuestra porción, mas lo será hacerlo con la que le corresponde a los otros, para expandirte necesitas concentrarte en lo propio.

Nadie es perfecto, entender esto y hacer de ello una premisa de crecimiento es abrirnos con nuestras vulnerabilidades para sanar y expandirnos, aprender a bucear en el océano de nuestro interior e ir a encuentros genuinos y profundos que ofrezcan espacios sin ansiedad, en reposo, sin lucha, en aceptación.

Considerando una visión global de las problemáticas en las relaciones colaboradores – lideres en transición a co-inspiradores, algunos de los temas prioritarios que se deben plantear son:

  • Todos debemos reconocer en el “error” una oportunidad de crecimiento y expansión tolerancia; considerándolo como parte de las heridas no sanadas.
  • El desarrollo de conversaciones en contexto de igualdad e interés genuino de que todos aporten y su impacto en el desarrollo de los que no saben y buscan crecer.
  • La identidad debe prevalecer tanto en el colaborador como en el líder.
  • Reconocer cada uno su aporte en las situaciones que se convierten en conflictos, incomodidades e inconformidades.
  • La necesidad de sostener el desarrollo personal que es lo fundamental, e nuestra esencia ya que lo profesional es una extensión del mismo.
  • Identificar el “cómo lo hago”, no solo “lo que hago” ya que allí esta el secreto de cómo me sirvo a mi mismo y al mundo con mi trabajo.

 

La reflexión de esta entrega la toma de Marianne Williamson:

“Cuando abrimos el corazón, nuestros talentos y nuestros dones florecen. Muchas personas me dicen que cuando hayan tenido éxito y hayan ganado muchísimo dinero se valdrán de ello para ayudar al mundo. Pero eso es un aplazamiento mediante el cual el ego intenta evitar que nos mostremos plenamente en nuestra vida. Aunque consideremos que todavía no hemos tenido éxito, podemos consagrar ahora nuestro trabajo para que sea usado al servicio de la sanación del mundo, y nuestra carrera profesional arrancará desde ese punto de poder”.

Referencias

Williamson, Marianne (s/f). Eleven, Biblioteca Un nuevo tiempo.

Recuperado de: http://librosdeluz.tripod.com

 

Acerca del autor

Maybel Urdaneta R. (murdaneta@hcs-sas.com) es psicóloga. Tiene 34 años de experiencia en el área de gestión del desarrollo del talento, como consultora y como docente.  Ha participado en el diseño y creación de programas de desarrollo de talento en empresas a nivel internacional. Ha sido facilitadora en múltiples diplomados y capacitaciones. Tiene una Especialidad en Gestión Empresarial, tres certificaciones como Coach, Coach de equipos outdoor y Mentora.